martes, 8 de octubre de 2013

AROMATERAPIA



          El empleo de hierbas aromáticas para purificar el cuerpo y la mente y restablecer su equilibrio nació en épocas remotas. El hombre prehistórico sabía que algunas plantas, al quemarse, desprendían vapores saludables que ejercían un efecto protector frente a la enfermedad. China posee una tradición que se remonta al año 2000 a. C.; los textos médicos de la India citan las esencias aromáticas entre los procedimientos terapéuticos; en el Egipto de los faraones se conocían las propiedades antisépticas de los aceites esenciales, y la Biblia nos cuenta que Moisés preparaba bálsamos para ungir con mirra, cálamo, canela y casia.
       Agunas civilizaciones como la griega y la romana, utilizaron esencias en ceremonias de carácter religioso, y con ungüentos sólidos, como perfumes en polvo o aceites esenciales, perfumaban sus estancias y realizaban sus masajes después del baño.
         Tras la caída del Imperio Romano, las obras de autores como por ejemplo Galeno o Hipócrates fueron traducidas a otros idiomas y así llegaron a Oriente, dónde se enriquecieron y ampliaron gracias a sabios como Avicena. Se cree que la aromaterapia llega a Occidente de la mano de los Cruzados. En el siglo XIX, el método científico permitió que se pudiera clarificar y mostrar la composición y propiedades curativas de las moléculas que formaban parte de los aceites esenciales.
             A principios del siglo XX  es cuando los aceites esenciales son reintroducidos en la práctica médica gracias a muchos investigadores, como por ejemplo, el químico francés René-Maurice Gattefossé, a quien se debe la denominación de esta rama de la medicina natural con el término aromaterapia, y la bioquímica francesa Marguerite Maury, quien introdujo los aceites esenciales en los tratamientos de belleza, por sus efectos rejuvenecedores de la piel, y desarrolló la aromaterapia holística tal y como se practica hoy en día en universidades y hospitales de todo el mundo.

             Bases de la aromaterapia.

         La aromaterapia se basa en los efectos terapéuticos de los aceites esenciales, cuyas cualidades naturales y constituyentes, deben conocerse en profundidad antes de iniciar cualquier tratamiento.
              El aceite esencial es un extracto obtenido mediante la destilación o el prensado de la esencia de las plantas. Así, por ejemplo, de la corteza del fruto del limón puede obtenerse, por simple presión, la esencia natural, tal como la fabrica la planta, pero si ésta se destila, se obtiene el aceite esencial de limón, cuyas características bioquímicas son ligeramente diferentes de las de la esencia natural.
               Cada planta aromática elabora un conjunto característico de aceites esenciales, y según el tipo de planta, ésta almacena los aceites esenciales en distintas partes: raíz, hojas, cortezas, yemas, flores, fruto o semillas. Por ejemplo, el limón y la naranja, a pesar de ser frutas muy próximas, desprenden aromas claramente diferentes, y un mismo cítrico, como el naranjo amargo, produce tres aceites esenciales distintos, de olor y propiedades diferentes que se extraen de diversas partes de la planta.
               Para conseguir las mejores propiedades de una planta aromática se debe tener en cuenta que el contenido en aceites varía según el órgano considerado, la edad de la planta, la época del año e, incluso, la hora del día en que se lleva a cabo la recolección. Por ejemplo, en general no debe practicarse la recolección de las plantas aromáticas al mediodía, cuando la irradiación solar es más fuerte, porque pierden sus esencias al volatilizarse por efecto del calor solar.
                Sólo las sustancias obtenidas mediante expresión y destilación son aceites esenciales. Los aceites obtenidos por extracción mediante disolventes tienen únicamente aplicación en perfumería y cosmética y no se emplean con finalidad terapéutica, ya que en el producto resultante quedan restos del disolvente empleado para arrastrarlo.
                  La calidad de los aceites esenciales depende de numerosos factores, entre los que destacan el sistema de cultivo, el estado de madurez de la planta en el momento de la recolección, el origen geográfico de la planta y las condiciones de conservación. La composición de un aceite esencial elaborado por un vegetal, es muy difícil de copiar, y sus efectos terapéuticos no son comparables a los de las esencias sintéticas.
              Con el fin de garantizar la calidad de los aceites esenciales, éstos deben conservarse en condiciones óptimas: recipientes de vidrio oscuro cerrados herméticamente y con cuentagotas incorporado, para evitar las alteraciones producidas por la luz y el oxígeno, a las que son muy sensibles, así como la evaporación de las esencias. Cada vez que se abre un recipiente, su contenido se pone en contacto con el aire, el cual origina cierto grado de oxidación. Por este motivo es más adecuado guardar los aceites esenciales en pequeñas cantidades, entre 5 y 20 mililitros.
                      Para valorar la calidad de las esencias y su capacidad de intervenir en la mejora de la salud es muy importante conocer su valor de volatilidad, es decir, su velocidad de evaporación, así como su tiempo de absorción por el organismo.

           Valor terapéutico de la aromaterapia.

          Las esencias producen cambios en las funciones normales del organismo y restablecen la armonía perdida. Los aceites esenciales no restauran por sí solos la integridad normal de las células, pero estimulan los procesos orgánicos y revitalizan los sistemas u órganos en los que existe alguna disfunción.
            Al ser inhalados, pasan a través de las fosas nasales y estimulan el nervio olfativo, que conduce el estímulo hasta diversas zonas del cerebro, desde donde ejerce una acción sobre el sistema neurohormonal que puede ser estimulante, inhibidora, irritante o normalizadora. Por ejemplo, si estimulan el lóbulo temporal, tienen efectos en la memoria, la concentración y el aprendizaje; si llegan al tálamo, inciden en las emociones; si estimulan el hipotálamo, éste actúa sobre la hipófisis, glándula que, a su vez, lo hace sobre las hormonas del organismo.
          Los aceites esenciales actúan en el organismo por tres mecanismos. Al entrar en el cuerpo se combinan con hormonas y enzimas, provocando un efecto farmacológico. Como respuesta a esta interacción se produce un efecto fisiológico, que puede ser de estimulación, sedación o tonificación. La tercera acción afecta al ámbito de las emociones y sensaciones que se asocian al aroma del aceite esencial; es el efecto psicológico.


              


                 Campo de aplicación de la aromaterapia.

              Los aceites esenciales mejoran la salud en general, al actuar sobre casi todos los órganos y sistemas del organismo, como los sistemas digestivo (estimulan la secreción salival y actúan como antiespasmódico intestinal), respiratorio (ejercen acciones expectorantes, antiespasmódicas y antisépticas), musculoarticular (tienen efecto analgésico, antiinflamatorio y estimulante de la circulación), genitourinario y endocrino (regulan el equilibrio hormonal), inmunológico (activan la producción de glóbulos blancos y poseen propiedades bactericidas) y nerviosos (poseen efectos sedantes o estimulantes).
                 La aplicación de aceites esenciales en la piel es especialmente beneficiosa, puesto que en ella suelen manifestarse las alteraciones de otros órganos y sistemas: desequilibrio hormonal, toxinas que se eliminan por la piel, alteraciones nerviosas o emocionales. Las esencias difunden muy bien a través de la piel y llegan rápidamente a los capilares subcutáneos, desde donde se distribuyen a todo el organismo por la corriente sanguínea. Por ello se utilizan ampliamente en los productos cosméticos.
                 Otro campo de aplicación de la aromaterapia muy importante es en los problemas emocionales, ya que el olfato nos traslada de un modo inconsciente hacia determinados estados de ánimo a través de la evocación de sensaciones ya vividas a las que, al igual que sucede con la música, atribuimos un estado emocional determinado.

                   Aceites vehiculares.

                  Los aceites vegetales son aceites grasos obtenidos por primera prensada en frío de las semillas o de los frutos de plantas oleaginosas, como aceite de oliva, girasol, almendras dulces o germen de trigo. Estos aceites, llamados vehiculares o base, se utilizan como soporte de los aceites esenciales. Habitualmente, estas mezclas se emplean para aplicar los aceites esenciales en masajes, fricciones y tratamientos cosméticos.

                  Algunos aceites vehiculares.

                  Aceite de aguacate: se extrae de la pulpa del aguacate. Es rico en vitaminas A y B y en lecitina. Excelente como suavizante para la piel. Se absorbe con facilidad.
                    Aceite de almendras dulces: posee propiedades calmantes, antiespasmódicas y suavizantes. 
                    Aceite de avellana: se emplea como tónico muscular.
                  Aceite de germen de trigo: contiene vitamina E, que es antioxidante. Por esta razón se añade una pequeña cantidad de este aceite (10%) a otros aceites vehiculares, para evitar su enranciamiento y prolongar la duración de la mezcla. Está especialmente indicado para piedes secas, con eczema o grietas.
                     Aceite de girasol: aceite extremadamente fino que contiene vitamina E.
                  Aceite de hueso de albaricoque: rico en minerales y vitaminas. Hidratante natural, posee una textura ligera y gran capacidad de penetración.
                   Aceite de jojoba: es una cera líquida natural obtenida de una planta típica de climas desérticos, que tiene una composición química similar al sebo de la piel. Ejerce efectos antibacterianos y suavizantes. Se absorbe muy bien a través de la piel y es especialmente adecuado para el rostro. Se utiliza para espesar cremas.
                     Aceite de oliva virgen: rico en vitamina E, suaviza e hidrata la piel.
                    Aceite de onagra: es un excelente remedio contra las arrugas. Se emplea disuelto en aceite de almendras dulces.
               Aceite de semillas de uva: se obtiene mediante calor de las semillas de uva moscatel. Es adecuado para la piel grasa.
                    
                     Algunos aceites esenciales.

                    Aceite de árbol de té: remedio tradicional de los aborígenes australianos. Sus propiedades son antiinfecciosas, antifúngicas, antibacterianas y antivirales.
                     Aceite de jazmín: relajante, afrodisíaco y se usa también para torceduras.
                  Aceite de romero: potente estimulante de la mente. Se utiliza tambien como fortalecedor del cabello, tambien para afecciones musculares y respiratorias.
                     Aceite de sándalo: potente relajante.
                   

Referencias:
Aceites esenciales para aromaterapia. Susaeta ediciones, 2003.


                           





1 comentario:

  1. Muy bien explicado. La Aromaterapia depende mucho también el lugar donde se reciba, todo entra por la vista. Lo idea es proporcionarle esta técnica a las personas en un lugar con colores adecuados y la mejor presentación.
    Saludos!

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