jueves, 14 de noviembre de 2013

LA TIMIDEZ







       Diversos autores han abordado el tema de la timidez de diferente manera. Zimbardo por ejemplo, presenta la timidez como un estado de incomodidad causada por unas creencias negativas anticipatorias, es decir, la persona tímida piensa que los demás lo van a valorar de forma negativa.
           Yagosesky considera que la persona tímida tiene una predisposición genética o bien que puede ser una respuesta psicofisiológica aprendida, unida siempre a las expectativas negativas.
         Goleman, por su parte, habla de la timidez como consecuencia de una disposición neuronal innata en el lóbulo prefrontal, pero que la mayoría de los aspectos asociados a ella, son adquiridos socialmente.

            Por tanto, hay quien define la timidez como un rasgo de personalidad que podría tener una base genética y hay quien defiende la idea de que la timidez es algo que se aprende desde niño. 

            En general, podríamos definir la timidez como un estado anímico, como una sensación de incomodidad que experimenta la persona en determinadas situaciones sociales. Es una forma de comportamiento.
        Se puede llevar en los genes una predisposición para desarrollar una personalidad tímida; sin embargo, esto no puede suceder sin más, se tiene que dar la influencia de factores físicos, psicológicos o de aprendizaje.
            El exceso de sobreprotección de los padres puede influir en las relaciones de los niños con otros niños. También el autoritarismo en la forma de educar de algunos padres, puede hacer que los niños crezcan en un clima de inseguridad y baja autoestima.
             Hasta ahora, la timidez no ha sido objeto de muchos estudios debido quizás a que se trata de un problema que la persona interioriza; se trata de algo no muy escandaloso. Sin embargo hoy en día, la timidez se considera muy importante en cuanto que puede interferir en las relaciones interpersonales en las diferentes etapas de la vida, durante el desarrollo infantil, adolescente y también en la edad adulta.
              Las personas tímidas suelen presentar un patrón de conducta que se caracteriza por un déficit acusado en las relaciones interpersonales, incluso por carencia de conductas interactivas con los demás, por conductas de temor, miedo o ansiedad y por problemas referentes a la auto-estima.
               La timidez como tal no está clasificada como categoría diagnóstica en ningún sistema clasificatorio, DSM-IV-TR o CIE-10; sin embargo, si que está presente en muchos trastornos clínicos.
               Según el grado de afectación o el grado de interferencia en la vida diaria de la persona, se puede hablar de timidez leve o timidez severa y en último extremo, de fobia social.
                   Una vez detectado cierto grado de timidez que interfiere en la vida diaria de la persona, se ha de realizar una evaluación lo más exhaustiva posible para poder averiguar cuales son las causas de dicha timidez y en qué situaciones se produce. Dicha evaluación ha de ser multimodal, es decir, se han de tener en cuenta diferentes fuentes de información y diferentes contextos situacionales importantes. Si se trata de evaluar a un niño, se tendrán en cuenta la información procedente de la familia, los profesores, los amigos, compañeros de clase...y en los diferentes contextos en donde el niño se desenvuelve, la clase, el patio del colegio, en las clases extraescolares, en casa...
                   Los instrumentos de evaluación psicológica son diversos, desde la observación directa, los informes de las personas con las que se interactúa, hasta los autoinformes. Algunas de las pruebas psicológicas que se pueden utilizar son el B.A.S, el S.T.A.I.C, el A.F.5 y otras pruebas con dibujos. Una vez realizada la evaluación y detectado el grado de timidez, se pasará a la intervención psicológica.

            




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