lunes, 2 de septiembre de 2013






     ¿Te parece muy sabio un hombre que cava una fosa en la que él mismo corre el peligro de caer?

      -No, pero...
      -Las armas se vuelven contra aquellos que las favorecen.
      No me pareció muy evidente esta afirmación de Ami, pero decidí creerle. Sin embargo, quedé confundido; mi tío era mi héroe..., un hombre tan inteligente...
      -Tiene un buen "sistema informático" en la cabeza, eso es todo. Aquí hay un problema de términos: en la Tierra llaman inteligentes o sabios a quienes tienen buena capacidad en uno solo de los cerebros, pero tenemos dos...
      -¿Qué?  ¿Dos cerebros?!!
      -Bueno, digamos mejor dos centros de comprensión, por llamarlos de alguna manera. Uno es el "sistema informático", la cabeza, las ideas; podemos llamarlo el "centro intelectual". Este procesa la información relacionada con la lógica, con las cosas terrenales y prácticas de la vida. El otro es el "centro emocional". Este se relaciona con los sentimientos, con las cosas profundas de la existencia, con las verdades eternas y universales, con la creatividad y la intuición, con la sabiduría y el amor. Del equilibrio entre los dos centros depende la luz que viste en la pantalla en el pecho del hombre. Buen equilibrio, más luz; desequilibrio, menos luz.
      -¿No toda la gente tiene bien equilibrados los dos centros? -pregunté.
      -No, Pedro, no en tu mundo, y ése es el principal problema; por eso a nosotros no nos parece inteligente mucha gente que tú piensas que sí lo es. Para nosotros, inteligente o sabio es aquel que tiene ambos centros en armonía, y armonía quiere decir que el intelecto debe estar al servicio del corazón.
      -¿Por qué? -pregunté.
      - Porque el intelecto es simplemente una herramienta, pero es en el corazón en donde se encuentran las grandes motivaciones humanas, sus realidades más profundas, aquello que más feliz o infeliz hace a la gente, lo más importante de todo. Por eso el intelecto debe servir para ayudar a hacer feliz al ser humano, pero muchos de los aquí llamados "inteligentes" creen que es al revés, que el hombre debe servir a los fríos cálculos cerebrales que ellos hacen en base a datos o teorías superficiales, y no pueden ver lo importante, los trascendente: la felicidad humana. Eso simplemente lo ignoran....


"Ami, el niño de las estrellas".    Enrique Barrios.

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