miércoles, 2 de abril de 2014

TABACO



      Después de la cafeína, el tabaco es la droga psicoactiva más consumida en nuestra sociedad. Al fumar un cigarrillo, la nicotina (principal ingrediente psicoactivo del tabaco) y otras 4.000 sustancias químicas, conocidas colectivamente como alquitrán, se absorben a través de los pulmones. Debido a que se crea una gran tolerancia a algunos de los efectos adversos inmediatos del tabaco, los efectos de fumar un cigarrillo en los no fumadores y en los fumadores pueden ser bastante diferentes. Los no fumadores a menudo responden a algunas bocanadas de humo con diferentes combinaciones de náusea, vómitos, toses, transpiración, contracciones abdominales, mareos, enrojecimiento y diarrea. Por el contrario, los fumadores comentan que están más relajados, más alerta y menos hambrientos después de un cigarrillo.
     
      No cabe duda de que los fumadores empedernidos son drogadictos en el sentido pleno de la palabra (Jones, 1987). El ansia compulsiva de la droga, principal característica definitoria de la adicción, puede verse fácilmente en cualquier fumador empedernido que se haya quedado sin cigarrillos, o que se vea forzado por las circunstancias a no fumar durante varias horas. Además, los fumadores empedernidos que dejan de fumar sufren diversos efectos de la abstinencia, como depresión, ansiedad, agitación, irritabilidad, estreñimiento y problemas para dormir y concentrarse.

     Alrededor del 70% de las personas que prueban los cigarrillos se crean adicción (una cifra muy desfavorable si se compara con el 10% para el alcohol y el 30% para la heroína). A alguien ¿se le ocurre alguna otra droga psicoactiva que se autoadministre casi continuamente, incluso mientras los adictos caminan por la calle o charlan con otras personas?

      Las consecuencias del consumo de tabaco a largo plazo son alarmantes. El síndrome del fumador se caracteriza por dolor de pecho, respiración dificultosa, falta de aliento, tos y una mayor susceptibilidad a las infecciones del tracto respiratorio. Los fumadores crónicos son muy susceptibles a diversos trastornos pulmonares, posiblemente mortales, entre los que se encuentran la neumonía, la bronquitis (inflamación crónica de los bronquiolos de los pulmones), el enfisema (la pérdida de elasticidad del pulmón debido a la irritación crónica) y el cáncer de pulmón.

      Si bien es el aumento del riesgo de cáncer pulmonar el que recibe la mayor propaganda, fumar también aumenta el riesgo de cáncer de laringe, boca, esófago, riñón, páncreas, vejiga y estómago. Asimismo, los fumadores corren un mayor riesgo de contraer diversas enfermedades cardiovasculares, que pueden culminar en infarto o derrame cerebral.
      
       Las personas que padecen la enfermedad de Buerger proporcionan un ejemplo espeluznante del poder adictivo de la nicotina. La enfermedad de Buerger es una afección en la que los vasos sanguíneos, especialmente los de las piernas, se estrechan cada vez que la nicotina entra en el torrente sanguíneo:

       Si el paciente con esta afección sigue fumando, puede que surja finalmente una gangrena. En primer lugar, puede que haya que amputar algunos dedos; luego el pie hasta el tobillo; después la pierna hasta la rodilla; y finalmente hasta la cadera. En algún punto de esta horripilante progresión, la gangrena puede atacar a la otra pierna. Se informa convincentemente a los pacientes de que si dejan de fumar prácticamente con toda seguridad se frenará el inexorable avance de la gangrena por sus piernas. Con todo, los cirujanos dicen que no es raro ver a un paciente con la enfermedad Buerger dando vigorosas chupadas a un cigarrillo en su cama del hospital después de una segunda o tercera operación de amputación (Brecher, 1972).




     Lamentablemente, los efectos adversos del humo del tabaco no se restringen a quienes fuman. Existen datos concluyentes de que las personas que viven o trabajan con fumadores contraen con mayor probabilidad afecciones de corazón y cáncer que las que no. Incluso quienes no han nacido son vulverables: fumar durante el embarazo aumenta la probabilidad de aborto espontáneo, de parto con el niño muerto y de muerte prematura del bebé. Los niveles de nicotina en la sangre de los bebés amamantados son con frecuencia tan grandes como los de la sangre de la madre. 

     Debido a que el tabaco tiene muchos ingredientes activos, ha sido difícil identificar su mecanismo de acción. Una hipótesis actual es que los radicales libres son los culpables de muchos trastornos relacionados con el tabaco. Los radicales libres son sustancias químicas que tienen uno o más electrones impares; son particularmente peligrosos porque pueden descomponer muchas moléculas biológicas, incluido el ADN, por oxidación (eliminación de átomos de hidrógeno de un compuesto). Efectivamente, se ha demostrado que la orina de los fumadores contiene niveles elevados de un subproducto de la oxidación del ADN (Fischer-Nielson, Loft y Gjervig Jensen, 1993). Esto puede plantear una línea de investigación mediante antioxidantes que invaliden los efectos adversos de fumar...
      
     

    


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