Igual que cuando caminas tienes cuidado de no pisar un clavo o de no torcerte un tobillo, también debes cuidar de que no dañes la parte que es dueña de ti, la razón que te conduce. Si en todas las acciones de nuestra vida observamos este precepto, obraremos rectamente.
EPÍCTETO.
Nuestra mente es la principal responsable de nuestra felicidad o de nuestro sufrimiento. Ella es la que dirige nuestros pensamientos en base a nuestras propias creencias.
En nuestra mente conviven el bien y el mal, la verdad y la mentira, la locura y la cordura, la racionalidad y la irracionalidad. No podemos permitir que nuestra mente nos domine. Hemos de dirigirla nosotros mismos.
El ser humano posee algunos dones tales como el don de la razón y la capacidad de reflexión. Podemos autoobservarnos y pensar, y reflexionar acerca de nuestros pensamientos.
¿Por qué tenemos en un momento determinado un pensamiento concreto? ¿Nos hace sentir bien ese pensamiento?. Si ese pensamiento nos hace sentir mal, ¿podemos sustituirlo por otro que nos genere emociones saludables?
PODEMOS HACER LO QUE NOS PROPONGAMOS.
Disponemos de una gran máquina: nuestra Mente. No podemos prescindir de ella pero tampoco podemos aceptar su irracionalidad y su locura. Podemos asomarnos al interior de nuestra mente e indagar en ella y descubrir su manera de funcionar. Quizás no nos guste lo que encontremos en ella y decidamos cambiarla. Podemos hacerlo!!!!
Lectura recomendada: Pensar bien, sentirse bien. Walter Riso.
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